Pruebas de evaluación más habituales en sistemas a distancia

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Ya me ocupé de las diferentes tipologías de evaluación. Entre las propias de la evaluación a distancia, podrían destacarse las que selecciono seguidamente. Todas estas acciones pedagógicas si están bien diseñadas se configuran como elementos esenciales para unos aprendizajes de calidad. Naturalmente, nos ofrecen información directa sobre el sujeto de evaluación, pero también sobre el grupo, sus lagunas, debilidades, fortalezas, etc., que nos deben orientar en las futuras acciones pedagógicas que podrían llevar a una reconducción de la propia planificación y diseño pedagógico. Veamos, actualizando mis ideas (García Aretio, 1987 y 1994).

Pruebas de autoevaluación

Estas pruebas se configuran como:

  1. intercaladas en el texto, en el audio, en el vídeo, en la sesión síncrona o asíncrona, etc.,
  2. lo que sucede más habitual­mente, propuestas al final de la correspondiente unidad de aprendizaje, unidad didáctica, tema o lección.

    En el primer caso sirven más de orientación/motivación que de autocon­trol del progreso en el aprendizaje. En el segundo caso,  se efectúan unas preguntas que el estudiante responde, bien eligiendo entre más de una opción, o elaborando la respuesta breve que, con inmediatez, puede comprobar el acierto o error de la misma, dado que las soluciones correctas e incorrectas, saltan automáticamente o resultan de acceso sencillo, una vez respondida cada cuestión o, al finalizar todo el ejercicio, según modelo.

De esta manera el estudiante comprueba frecuentemente cuál es su grado de progreso en el aprendizaje. Si responde correcta­mente los aprendizajes pueden quedar aún mejor anclados. Si la respuesta fue errónea puede motivar a estudiar nuevamente el material, o a buscar informa­ción complementaria, o redirigirle al repaso del segmento de los materiales en los que se encuentra la respuesta correcta. Estos ejercicios o pruebas constituyen un buen instrumento para la autorregulación de los aprendizajes dado que, si están bien diseñados, el estudiante puede cerciorarse de la calidad de su progreso.

Las cuestiones aquí planteadas deben estar -como en cualquier otro tipo de pruebas- plenamente relacionadas con los objetivos de formación propuestos y cubrir todos ellos, plantean­do preguntas relaciona­das con los conteni­dos relevan­tes tratados en la unidad de estudio.

Y ello porque los estudiantes son dados a identificar como importante para el aprendizaje y clave del estudio todo lo que se pregunta, relegando a segundo término aquello que no fue motivo de autoevaluación. Por ello es importante que el número de estos ejercicios debe ser integrador y suficientemente amplio y no reducido -como suele ser habi­tual- a unas cuantas preguntas que generalmente quedan respondi­das con suma facilidad. De esta manera se potenciará el repaso de lo fundamental de la unidad. En todo caso, si la lista de preguntas o items fuese demasiado larga, conven­dría dividirla y ubicar cada fragmento al final de cada una de las partes importantes de la unidad.

Generalmente estos ejercicios deben solicitar del estudiante respuestas breves aunque, en la medida de lo posible, pidiendo reflexión sobre lo estudiado. Las preguntas han de formularse de manera que se dificulte el responderlas con una reproducción literal de lo leído, visto u oído, deberían apremiar al estudiante a sinteti­zar, analizar, relacionar, aplicar, comparar, etc.

FUENTE: https://aretio.hypotheses.org/4105